jueves, diciembre 5

Tres vidas marcadas por el suicidio

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La inmortal Virginia Woolf.

Entre los años de 1941, 1961 y 1963, tres escritores sobresalientes del género novela mueren por decisión propia: Virginia Woolf, Ernest Hemingway y Sylvia Plath, esta última, también, poeta, solo escribió una novela en su breve carrera literaria.

Fueron narradores icónicos, vanguardistas, en cuyos períodos de vida productiva nos dejaron un legado valioso, concreto, evidenciado en sus escritos cargados de realidad dramática que, de vez en cuando, se transformaba en ficción.

Diríamos, además, que eran temperamentales y apasionados. En el caso de Virginia, apellido que adoptó de su esposo, Leonard Woolf, podría parecer frágil, gris e insensible pero su convicción de sí misma la convirtió en una gestora de luchas importantes en el período en el que creció, siendo de clase alta. Cuando aún la mujer era considerada como una pieza de artesanía, ella soñó con la igualdad de género, dejando una brecha de su temperamento desafiante y feminista (Una habitación propia) en novelas como “Noche y día” y “La señora Dalloway”, pero también con una ternura infinita en obras como “Al faro” y “Orlando”.

Sylvia Plath, poetiza y novelista estadounidense, tenía 30 años cuando se suicidó.

Un día salió de su casa en Inglaterra para internarse en las profundas aguas del río Ouse en el mes de marzo de 1941, donde fue hallada sin vida, días después.  Había dejado una carta conmovedora a su esposo y su hermana. Wolf tenía una frágil salud mental debido a sus largos períodos depresivos y sus bruscos cambios de humor.

Sylvia Plath, por otro lado, con esa especie de fragilidad ególatra, plantó una moda del diarismo y quehacer norteamericano en una adolescente y posteriormente como mujer joven adulta en sus escritos parcialmente autobiográficos.  Desde muy temprana edad le fue diagnosticado un problema maníaco depresivo mental que, finalmente, tras varios intentos fallidos de suicidio, terminó poniendo su cabeza dentro del horno de una estufa una mañana después de preparar el desayuno a sus hijos aún pequeños, en el apartamento donde vivía con su esposo, muriendo por inhalación de gas.

Ernest Hemingway en el ocaso de su vida.

 

Y de Hemingway, qué no podemos decir de este escritor estadounidense. Tomaba la vida a grandes sorbos, consumía excesivamente alcohol, viviendo al máximo y amando mujeres como un bohemio, saliendo de traumáticos divorcios, pero escribiendo con una fuerza interpretativa que pareciese que sus personajes cobraban vida fuera de él “París era una fiesta”, “El viejo y el mar”.  Obstinado y emprendedor, su fuerza viril, más una personalidad avasallante, lo hacen merecedor del lugar que ocupa dentro de la literatura universal. Ernest Hemingway apareció muerto en su casa de Idaho, de un disparo en la cabeza que él mismo provocó. Tenía 61 años.

 

 

«Las olas», virginia woolf

“Las Olas”

Virginia Woolf

Podría asegurar que esta novela, publicada por primera vez en el año 1931, es la pieza más sublime de la escritora londinense de este y todos los tiempos.  Con una prosa llena de belleza, “Las Olas” es un proyecto narrativo ambicioso de Woolf. Y decimos ambicioso porque la escritora juega con técnicas que en ese entonces no eran comunes dentro de la estructura de una novela temática existencial: el contrapunto y el monologo interior.  Seis voces son como espectros centrales de “Las Olas”, las que,  convergen entre el presente y pasado, teniendo como hilo conductor el vaivén dilatado y a prisa de las aguas del mar, que en esta novela viene siendo el punto de entrada y de partida de nostalgias y añoranzas en un período de su adolescencia y niñez.

«El viejo y el mar», Ernest Hemingway

“El viejo y el mar”

Ernest Hemingway

Cuando Ernest Hemingway escribió “El viejo y el mar” se hallaba en Cabo Blanco, un lugar pesquero, perteneciente a Cuba, país donde pasó gran parte de su vida. Esta novela narra la historia de Santiago, un pescador que ha pasado en el mar los mejore años de su vida.

Tiene el tiempo reflejado en el cuerpo frágil y su rostro agrietado. Sin embargo, sus ojos vivaces mantienen la frescura de la juventud, lo que indica que, el hombre, en toda su construcción humana, no se rinde mientras respira. Y es el mismo mar, picado y profundo, donde se hace visible la lucha entre el viejo y un gigantesco pez, que, al morder el anzuelo, se niega a perecer.

La lucha entre ambos se siente a lo largo de la novela y termina con el triunfo de Santiago, lo que nos da constancia de la perseverancia, condición preponderante para alcanzar objetivos. “El viejo y el mar” está muy bien escrita. Es una novela con atmósfera, buenos diálogos, y monólogo interior, pero, sobre todas las cosas, guarda esa intensidad existencial fantástica tan característica en Hemingway que lo llevaron a ocupar un lugar destacado dentro de la literatura norteamericana.

«La campana de cristal», Silvia Plath

“La campana de cristal”

Sylvia Plath

La novela autobiográfica de Sylvia Plath recoge, con “La campana de cristal”, un período de transición en la vida de la joven muchacha, atormentada por fantasmas que habitaban en su interior y que llenaron su vida de miedos, persecución y sufrimientos dentro de centros siquiátricos. Plath, invita al lector a penetrar en su mundo un tanto fantasmagórico, producto de una realidad monótona, delirante, en torno a personas y cosas, deduzco yo, de las cuales siempre se sintió como una extranjera.

 

 

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