sábado, septiembre 7

Ana Almonte

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Recientemente tuve el gran honor de ser parte de las personas que participaron en la presentación, en Madrid, de la novela “Luces de Alfareros” de la escritora dominicana y, mi amiga, Ana Almonte y entre las sensaciones tan bonitas y agradable que guarda mi mente y mi corazón de aquel acto, está la perseverancia y el gran esfuerzo de aprendizaje para llegar a alcanzar su meta, que es afianzarse en el ámbito de la literatura dominicana e iberoamericana.

Conocí a Ana Almonte en el periódico Hoy en nuestro país. fuimos compañera de trabajo unos años y amigas hasta hoy y espero que hasta el final de nuestros días.

Ella nació con el arte de escribir y no lo supo, creo, hasta entrada en la adultez consciente. Y, yo supe que acababa de conocer a una persona que escribía de una manera muy diferente a las demás redactoras del departamento. Porque digo esto, porque cuando Ana redactaba cualquier crónica, entrevista o reportaje de cualquier tema sin mucha trascendencia, al leer sus primeras líneas, me daba cuenta de que aquello no era una redacción periodística normal, aquello era una obra literaria. Sabia que en aquellas líneas había mucho más y todas sus compañeras admirábamos y exaltábamos la forma de escribir que tenía Ana Almonte.

Ana Almonte, autora de la novela Luces de Alfareros.

De todas las compañeras, Ana era la ultima en entregar sus trabajos al editor, porque lo corregía una y mil veces, y todavía ya lo tenia para entregar y volvía a leerlo, porque Ana, en lo que refiere a sus escritos, roza la perfección.

Podría contar cientos de anécdotas sobre Ana y su relación con los libros y la literatura. Pero hay una anécdota que quiero destacar, porque fue la que me hizo ver que aquella muchacha insegura, joven, hermosa, pensativa y extremadamente tímida, tenía una relación con los libros fuera de lo normal.

En una ocasión, Ana iba a viajar al extranjero y entre esos ratos de espera en el aeropuerto, se olvidó el libro que leía en aquel momento, “La Montaña mágica”, en un mostrador, y cuando se disponía a embarcar, se percató de que no tenía  el libro y solicitó al personal del avión, que le permitieran volver a rescatar su libro y estos, en un principio se negaron, y ella les comunicó que prefería perder el vuelo, a perder su libro.

Decisiones como estas no suele ser lo normal, estas decisiones las toman personas especialmente comprometidas y entregada a una causa, con ese proceder me demostró, una vez más, que es una persona especial.

Admiraba y admiro de Ana su amor por la lectura, que, como me contaba ella, de tantas historias que leía, un día, contaría las suyas de su puño y letra. Yo intuí que lo haría, porque era su mundo, era su todo. Porque digo que era su todo, porque,  en nuestras constantes conversaciones, la mayoría de los libros que estaba leyendo, yo le animaba a que me contara un poco del argumento de la novela, y era tal su forma de narrarme lo que leía, que yo sin leer, leía con ella. Ella me hizo retomar la lectura de manera más continua.

Hubo un tiempo en que Ana, aparcó la escritura, pero no la lectura, y entre libro y libro, se dedicó a otra rama del arte, que es la pintura. Lo cual también lo hace muy bien. Al verla tan inmersa en los pinceles, le sugería, siempre que hablaba con ella, que no descuidara la escritura, y me hizo caso, porque después de haber publicado un hermoso libro de cuentos,  se embarcó en la composición y escritura de “Luces de Alfareros”, una novela que según tengo entendido, le tomó un tiempo escribirla, corregirla y finalmente terminarla, porque, con lo perfeccionista que es, imagino que le habrá corregido mil veces antes de que hoy  esté expuesta en las librerías.

Ana Almonte hizo un máster en Lingüística y Humanismo en la Universidad de Sevilla para perfeccionar sus criterios al escribir y corregir. Es correctora de libros, y entre sus trabajos ha realizado la corrección de novelas que han obtenido importantes premios y reconocimientos en la circulo literario de la República Dominicana. En su obra, cuenta además, con  varios ensayos.

“Luces de Alfareros”, estoy segura, tiempo al tiempo, de que será una de las más importantes novelas de la literatura iberoamericana, en los últimos 40 años. Y no lo digo yo, lo dicen personas que saben y conocen de literatura, porque han leído, porque han escrito, por eso saben que lo que ha escrito Ana Almonte es una joya literaria. Si no, tiempo.

 

 

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