ONU.- La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. Los océanos se llenan de plásticos y se vuelven más ácidos. El calor extremo, los incendios forestales, las inundaciones y otros eventos climáticos han afectado a millones de personas.
El cambio climático, los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden acelerar el ritmo de destrucción del planeta.
Este día de la Madre Tierra es el tercero que se celebra en el marco del Decenio de la ONU para la Restauración de Ecosistemas. Los ecosistemas sustentan todas las formas de vida de la Tierra. De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Pero solo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte.
La acción climática urgente puede garantizar un futuro habitable para todos
INTERLAKEN, Suiza, — Existen diversas opciones viables y eficaces para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático provocado por el ser humano, las cuales están disponibles en la actualidad, según afirmaron los científicos en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado hoy.
“La incorporación de una acción climática eficaz y equitativa no solo reducirá las pérdidas y los daños para la naturaleza y las personas, sino que también aportará mayores beneficios”, aseveró Hoesung Lee, Presidente del IPCC. “En el Informe de síntesis, se destaca que urge tomar medidas más ambiciosas y se demuestra que, si actuamos ahora, aún es posible garantizar un futuro sostenible y habitable para todos”.
En 2018, el IPCC puso de relieve la escala sin precedentes del desafío que suponía limitar el calentamiento a 1,5 °C. Cinco años después, el desafío es aún mayor debido al aumento constante de las emisiones de gases de efecto invernadero. El ritmo y la escala de las medidas adoptadas hasta el momento, así como de los planes actuales, son insuficientes para hacer frente al cambio climático.
La quema de combustibles fósiles y el uso desigual e insostenible de la energía y las tierras durante más de un siglo han provocado un calentamiento global de 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales. Como resultado, se han producido fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y más intensos que han generado impactos cada vez más peligrosos en la naturaleza y las personas en todas las regiones del mundo.
Cada aumento del calentamiento se traduce en peligros que se agravan rápidamente. Las olas de calor de mayor intensidad, las lluvias más fuertes y otros fenómenos meteorológicos extremos exacerban los riesgos para la salud humana y los ecosistemas.
En todas las regiones, el calor extremo está causando la muerte de personas. Se prevé que la inseguridad alimentaria y la inseguridad hídrica asociadas al clima se incrementarán debido al aumento del calentamiento. Cuando los riesgos se combinan con otros fenómenos adversos, como las pandemias o los conflictos, resulta aún más difícil controlarlos.
Las pérdidas y los daños en primer plano
En el informe, aprobado durante una reunión de una semana de duración celebrada en Interlaken, se hace especial hincapié en las pérdidas y los daños que ya se han ocasionado y que continuarán en el futuro, los cuales perjudican especialmente a las personas y los ecosistemas más vulnerables. La adopción de las medidas adecuadas en la actualidad puede dar lugar a un cambio transformador esencial para lograr un mundo sostenible y equitativo.
“La justicia climática es crucial porque quienes menos han contribuido al cambio climático se ven afectados de forma desproporcionada”, explicó Aditi Mukherji, una de los 93 autores del Informe de síntesis, el capítulo final del Sexto Informe de Evaluación del IPCC.
“Casi la mitad de la población mundial vive en regiones que son muy vulnerables al cambio climático. En la última década, el número de víctimas mortales como consecuencia de inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces más alto en las regiones muy vulnerables”, añadió Mukherji.
En esta década, la acción acelerada para adaptarse al cambio climático es indispensable para reducir la brecha entre las medidas de adaptación en vigor y las que se necesitan. Por otra parte, a fin de limitar el calentamiento a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, es preciso lograr reducciones drásticas, rápidas y sostenidas de las emisiones de gases de efecto invernadero en todos los sectores. Las emisiones ya deberían haber disminuido y será necesario reducirlas casi a la mitad de aquí a 2030, si se desea limitar el calentamiento a 1,5 °C.
Un claro camino por recorrer
La solución radica en el desarrollo resiliente al clima. Ello implica integrar las medidas de adaptación al cambio climático con acciones orientadas a reducir o evitar las emisiones de gases de efecto invernadero, de manera tal que aporten mayores beneficios.
Por ejemplo, el acceso a las energías y las tecnologías limpias mejora la salud, especialmente en el caso de las mujeres y los niños; la electrificación con bajas emisiones de carbono, los desplazamientos a pie y en bicicleta y el transporte público mejoran la calidad del aire, la salud y las oportunidades de empleo, a la vez que fomentan la equidad. Los beneficios económicos para la salud humana derivados solo de la mejora de la calidad del aire serían aproximadamente iguales, o quizás incluso superiores, a los costos que implican reducir o evitar las emisiones.
El desarrollo resiliente al clima se torna cada vez más difícil con cada aumento del calentamiento. Por este motivo, las decisiones que se tomen en los próximos años serán fundamentales para determinar nuestro futuro y el de las generaciones venideras.
Para que esas decisiones resulten eficaces, deben estar basadas en nuestros diversos valores, opiniones y conocimientos, incluidos los conocimientos científicos, indígenas y locales. Este enfoque facilitará el desarrollo resiliente al clima y generará soluciones adecuadas a nivel local y aceptables desde una perspectiva social.
“Los mayores avances en materia de bienestar podrían lograrse al priorizar la reducción de los riesgos climáticos en las comunidades marginadas y de bajos ingresos, incluidas las personas que viven en asentamientos informales”, expresó Christopher Trisos, uno de los autores del informe. “La acción climática acelerada solo se concretará si se aumenta considerablemente la financiación. La financiación insuficiente y asignada incorrectamente frena el avance”.Sobre el IPCC
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el órgano de las Naciones Unidas encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático. Fue establecido en 1988 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a fin de que facilitase a los dirigentes políticos evaluaciones científicas periódicas sobre el cambio climático. El IPCC tiene 195 Estados Miembros que son miembros de las Naciones Unidas o de la OMM.
Miles de personas de todo el mundo contribuyen a la labor del IPCC. En el caso de los informes de evaluación, los expertos ofrecen voluntariamente su tiempo como autores del IPCC para evaluar los miles de artículos científicos que se publican cada año, con el fin de elaborar un resumen exhaustivo de lo que se sabe sobre los factores que impulsan el cambio climático, sus impactos y futuros riesgos, y sobre la forma de reducir dichos riesgos mediante la adaptación y la mitigación. La revisión abierta y transparente realizada por expertos y Estados Miembros constituye una parte esencial del proceso del IPCC que facilita una evaluación objetiva y completa y refleja un amplio abanico de opiniones y conocimientos especializados.
El IPCC cuenta con tres grupos de trabajo, a saber: el Grupo de Trabajo I, que se encarga de las bases físicas del cambio climático; el Grupo de Trabajo II, que se centra en los impactos, la adaptación y la vulnerabilidad relacionados con el cambio climático; y el Grupo de Trabajo III, que se ocupa de la mitigación del cambio climático. También tiene un Grupo Especial para los Inventarios de Gases de Efecto Invernadero, que elabora metodologías para medir las emisiones y las remociones.
Las evaluaciones del IPCC brindan a los gobiernos, en todos los niveles, información científica que pueden utilizar para elaborar las políticas climáticas. También constituyen una contribución fundamental en las negociaciones internacionales encaminadas a afrontar el cambio climático. Los informes del IPCC se elaboran y se revisan en diversas fases para garantizar la exactitud, la objetividad y la transparencia.