EFE. Madame C.J. Walker, que ha inspirado la serie de Netflix «Self Made», forma parte de un grupo de visionarias en el mundo de la cosmética junto a Estée Lauder y Elizabeth Arden, emprendedoras que abanderaron el empoderamiento de la mujer, convirtiendo la barra de labios roja en símbolo de poder femenino.
Visionaria del mundo de la cosmética, Madame C.J. Walker, que rompió las barreras de la raza, defendió el amor libre y abanderó la integración de la mujer en el mundo laboral, vuelve a la actualidad en un momento en el que está en auge Black Lives Matter, movimiento que reclama la importancia de la comunidad negra en todas sus vertientes, y cuando los hábitos cosméticos han cambiado por el uso de la mascarilla.
Los cambios, a lo largo de la historia, han sido para muchas mujeres oportunidades de negocio; este fue el caso de Madame C.J. Walker quien, a través de su alopecia, descubrió un cosmético que la convirtió en la primera mujer, y también en la primera mujer negra, millonaria de Estados Unidos.Su historia solo responde al tesón y a la lucha por la superación. Empática, comprensiva y generosa, C.J Walker era consciente de que la propia economía daba la libertad a la mujer.
Huérfana de padres esclavos desde los siete años, Sarah Breedlove (Luisiana, Estados Unidos, 1867), conocida como Madame C. J. Walker, se casó a los 14. Cuatro años después fue madre de una niña, Leia, y dos años después, tras sufrir maltrato y ser abandonada por su marido, se enfrentó a la vida sola. Una situación estresante que la llevó a perder parte de su cabello.
En Saint-Louis se ganaba la vida lavando ropa a mano a la clase adinerada. Conoció a Annie Turnbo Malone, fabricante de productos para el cuidado del cabello rizado, aceptó trabajar para ella a cambio de ese producto capilar y descubrió que su pelo se fortalecía.
En su propia experiencia se cimentó el imperio que empleó a 25.000 mujeres en todo el país. Con productos naturales y algún ingrediente más, formuló en la penumbra de su cocina «Wonderful Hair Gromer», el primer cosmético específico para mujeres negras.
A principios del siglo XX, Elizabeth Arden fue la responsable de que las mujeres se maquillaran porque lo deseaban, no para agradar a su pareja.
En sus salones, y a través de sus campañas de marketing, Elizabeth Arden estableció un estilo de maquillaje propio de una dama, ya que antes el pintarse los labios estaba asociado a mujeres de la noche, con no muy buena reputación.
En esos años, las mujeres empezaban a reclamar su derecho al voto. A todas aquellas que se reunían en la Quinta Avenida para manifestarse, Elizabeth Arden les regalaba una barra de labios roja, convirtiendo así este cosmético en un símbolo de poder femenino.«Nadie ha tenido nunca éxito sin arriesgarse. Hay que ser capaz de reconocer el momento y aprovecharlo sin demora», decía Estée Lauder, otra visionaria en el mundo de la belleza que creó y dirigió una de las empresas más prestigiosas e innovadoras del mundo.
Tenía pasión por la belleza y creía totalmente en su poder, una idea que le llevó a crear cuatro productos para el cuidado de la piel y una sencilla filosofía, «cualquier mujer puede ser hermosa».Hija de inmigrantes, Estée Lauder nació en el distrito de Queens, en Nueva York, Estados Unidos, en 1906. Comenzó realizando demostraciones a mujeres mientras éstas esperaban bajo los secadores de cabello. Ofrecía muestras gratis para que probaran el producto antes de gastar dinero.
«Nunca soñé con el éxito. Trabajé para llegar a él», solía decir Estée Lauder, quien en 1946 lanzó oficialmente la línea de productos de belleza que lleva su nombre.
Cuatro años después, revolucionó el mundo del perfume con «Youth Dew», un aceite de baño que se podía utilizar también como fragancia, aunque su producto estrella fue un sérum de noche, el «best seller» de la cosmética, que vende ocho unidades por minuto en el mundo.Tras cotizar en Bolsa su compañía, decidió retirarse en 1995. «Nunca debes subestimar los deseos de ninguna mujer por ser bella», advertía Estée Lauder.