Ramón Junior Chavez León tuvo muy claro cuando vino a estudiar a España hace 4 años, que no sería uno más. Su objetivo era y es muy claro, ser de los mejores bailarines dominicanos que desarrollan su carrera fuera de los escenarios caribeños, pero que espera algún día poder ofrecer su arte en su país de origen, cuando las autoridades ofrezcan oportunidades verdaderas y poder trabajar con el nivel de calidad y exigencia que se requiere en la danza.
En el transcurso de sus estudios, fue contratado por la compañía española Larumbe Danza, donde es ente importante en de desarrollo de espectáculos a nivel nacional e internacional. La visión artística de Larumbe, está basada, en proporciones iguales, en la vanguardia europea y el folclore español y argentino, reforzada por una fuerte formación técnica, basada en la danza moderna estadounidense. Esta compañía fundada hace 30 años, observó en el joven dominicano un talento innato y quiso que fuera parte de su elenco artístico.
Su inquietud por la danza nació en plena adolescencia y al ver que no era un capricho, sino algo que realmente le llamaba la atención, se lo hizo saber a su padre, el periodista Ramón Chavez, quien inmediatamente gestionó su incursión en la Escuela Nacional de Danza, de Bellas Artes, Endanza. Al año y medio hubo una convocatoria del Ministerio de Educación, donde solicitaban jóvenes bailarines para ir a España a estudiar la carrera de Danza en el Instituto Alicia Alonzo, de la Universidad Rey Juan Carlos, fue donde junto a otros 28 compañeros, Ramón Junior continuó formándose en la carrera que le apasiona.
Además de ser bailarín, es profesor de otros estilos musicales, en diferentes escuelas de música de Madrid donde enseña coreografías de los géneros Hip Hop, danza moderna, contemporánea, AfroDance entre otros.
Pasión por la danza.
Su referente en la danza es la coreógrafa canadiense Crystal Pite. A sus 23 años y con un futuro promisorio, eligió a esta coreógrafa por su tesón, amor y esfuerzo. “Su trabajo es penetrante y me gusta su filosofía de vida, su creatividad. Me envuelve, me encanta. Quisiera ser como ella”, señala.
Del arte del movimiento corporal, le llama la atención todo, baila diferentes tipos de música, y agrega, se le da todo genial. Pero lo que más le satisface es subirse a un escenario y transmitir sensaciones positivas al público. No quiere ponerse límites ni metas, porque vive su carrera día a día y prefiere dejar que los hechos vayan fluyendo.
Sobre el futuro de la danza en República Dominicana, asegura que el país tiene mucho que ofrecer porque cuenta con jóvenes profesionales muy preparados, pero critica la falta de apoyo y de mercado laboral para los recién graduados, por parte de las autoridades. “En nuestro país solo está bien visto la danza urbana y si no eres un bailarín muy reconocido, no te toman en cuenta a la hora de trabajar” expresa. Esta situación provoca que los bailarines, una vez terminada la carrera, quieran ejercerla y desarrollarla fuera del país.
Expresó que, en España, por ejemplo, existe un amplio mercado laboral para los artistas de la danza. Constantemente cientos de compañías realizan obras de teatro, musicales y espectáculos donde los bailarines tienen cabida sin importar el país de donde procedan.
Cuando llegó a España hace 4 años, no se sintió extraño ya que anteriormente había venido un grupo de estudiantes que ya llevabas un año en el curso y se convirtieron en sus mejores guías. Es un equipo integrado por chicos y chicas españoles, peruanos, chilenos, dominicanos y argentinos, todos con un mismo objetivo.
Aunque generalmente su vida se desenvuelve entre la escuela y los alumnos a los que imparte clases, en el sector de Fuenlabrada, Madrid, dice que observa con mucha inquietud a la juventud latina y dominicana que se encuentra. Los ve despreocupado totalmente del futuro y sin ninguna meta, ni camino claro a seguir para mejorar su vida. “Aunque no puedo generalizar, pero una gran mayoría vive de esa manera”.
Finalizada su carrera y con varios proyectos en marcha, Ramón Junior, se atreve a dar un consejo a la juventud dominicana que llega y a la que vive en cualquier país de Europa, a que traten de descubrir lo que realmente le gusta, a trabajar para lograrlo y ser una persona productiva que aporte a su familia y a la sociedad valores que puedan servir de ejemplo a los que vienen detrás.
Sugiere no acomodarse únicamente a trabajar, sino a estudiar y a formarse para tener un mejor trabajo. “Aquí existen miles de oportunidades para que los jóvenes logren todos lo que deseen, solo hay que esforzarse”.
Dice que, aunque él no se ha sentido discriminado, algunos de sus compañeros han vivido algún episodio poco agradable. Expresa que no es justo sentirse señalado por ser extranjero, que no se puede juzgar a todos por igual y recomienda, ante tales situaciones, actuar con educación y mesura. “Con esa actitud le hace ver a la persona que te agrede, que el problema lo tiene él, no tu. Para la discriminación no hay mejor medicina que el efecto contrario al que espera”. Añade.