jueves, diciembre 5

La soledad mata más que el tabaquismo: conclusión de la jornada sobre “Aislamiento Social y Salud”

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MADRID.- La Jornada sobre “Aislamiento Social y Salud”, organizada por Médicos del Mundo y la fundación La Caixa, dejó conclusiones tan dramáticas como la cita del director científico del programa de mayores de La Caixa, Javier Yanguas, “la soledad como riesgo grave para la salud se ha agravado por la pandemia”.

El experto afirmó que la defensa ante la soledad no es tanto el número de relaciones, sino la cercanía emocional y la posibilidad de tener apoyo. “Pero sufrimos un empobrecimiento de la calidad de las relaciones sociales», afirma Yanguas, a la vez que reflexionó sobre el hecho de que el 48% de mayores en riesgo de soledad lo está por la quiebra de su red de amistades. “Hay que trabajar para fortalecer el compromiso con los demás, con el bien común, porque la soledad tiene que ver también con la ética de las sociedades» concluyó.

En su intervención, Ignacio Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales, definió la soledad como como la pandemia del siglo XXI, por lo que combatirla ha de ser una prioridad política. Relató que en España hay 5 millones de personas que viven solas, según el CIS, en torno al 40% mayores de 65 años y que en una década, esta cifra aumentará en un millón. “Esto no es un reto de futuro, sino una realidad que la agenda política tiene que contemplar. Por eso hemos puesto en marcha un plan de choque de la dependencia dotado con 600 millones de euros”, destacó el secretario de Estado.

En España hay 5 millones de personas que viven solas, según el CIS, en torno al 40% mayores de 65 años y que en una década, esta cifra aumentará en un millón.

Otras de las intervenciones en la Jornada organizada por Médicos del Mundo fue la de Nieves Turienzo, presidenta de la entidad sin fines de lucro y medica experta en gerontología, quien destacó que la pobreza y la exclusión social son factores claves en el aislamiento social y reclamó una estrategia nacional de lucha contra la soledad no deseada de las personas mayores, de acuerdo con las comunidades autónomas, las entidades locales y con la participación del Tercer Sector.
Cambio del modelo de cuidados a mayores

Recientemente la presidenta de la ONG expuso en el Congreso de los Diputados que la pandemia debería servir para transformar el actual modelo residencial, encaminándose hacia un modelo de residencias más pequeñas y humanizadas. “Se debe establecer un sistema de cuidados de larga duración centrado en las necesidades de las personas, integrando los cuidados familiares y profesionales y dando prioridad a la atención domiciliaria”, defendido Turienzo, quien incidió además en la precariedad y los bajos salarios en el sector de los cuidados.

En estos momentos, 320.000 personas trabajan en España en residencias de mayores, un sector feminizado (83% de mujeres) y privatizado (80% de residencias privadas), lo que lleva a ratios de atención inadecuados.

“Ha habido discriminación por edad cuando se ha elegido a quién se le daba opciones para vivir y a quien no. Además, el retraso en la reapertura de los centros de día ha sido discriminatorio e inaceptable”, aseguró Miguel Pérez-Lozano, responsable de innovación de Médicos del Mundo, en otra de las intervenciones de la Jornada.

La pobreza y la exclusión social son factores claves en el aislamiento social y reclamó una estrategia nacional de lucha contra la soledad no deseada de las personas mayores.

Mientras, Antonio González, director de Impact Hub Madrid, criticó la valoración social relacionada con lo laboral que impera en nuestra sociedad. “Cuando dejas de trabajar, eres no productivo y subsidiario. Los mayores son vistos solo como receptores de cuidados y no como aportadores de conocimiento”, afirmó González, quien además se refirió a iniciativas para la revalorización de la ancianidad, como “60 y mucho +” e iniciativas de apoyo en el mundo rural como “La Exclusiva de Soria”.

Las conclusiones, enviada a los medios de comunicación, señala que un ángulo específico es la soledad en la España vaciada, donde se ha detectado una tendencia a la medicalización por una infradotación de recursos en la medicina rural. “Sin una atención primaria fuerte en el ámbito rural no es posible afrontar ningún aspecto relativo a la soledad y el aislamiento social”, se ha afirmó Antonio González.

Médicos del Mundo y las personas mayores

Médicos del Mundo nunca había trabajado con mayores. Pero durante 2020 y 2021, con la llegada de la pandemia, la ONG humanitaria intervino en unas 40 residencias de mayores de Castilla y León y Castilla La Mancha, donde organizaba los espacios para prevenir contagios de Covid. También impartió formación a 1.300 trabajadores de estos centros y entrevistado a muchos de sus residentes, puesto que son el colectivo que se ha llevado la peor parte en la crisis, sufriendo especialmente desde la falta de recursos de atención inicial a la reclusión posterior, mucho mayor que el resto de la población.

En estos momentos, 320.000 personas trabajan en España en residencias de mayores, un sector feminizado (83% de mujeres) y privatizado (80% de residencias privadas), lo que lleva a ratios de atención inadecuados.

Por otro lado, la ONG puso en marcha un proyecto piloto en Sevilla, que ha atendido a 60 mujeres mayores, en las que se unían los problemas de pobreza y soledad. Con ellas, explica la nota, se han promovido hábitos de vida saludable (nutrición, ejercicio físico), se les ha facilitado apoyo emocional y ayuda para realizar trámites en servicios sociales. Como Mª Jesús, de 86 años, viuda que vive sola en un piso sin ascensor en la barriada de Tres Barrios, a quien Médicos del Mundo hace la compra semanal y acompaña al hospital, además de dar seguimiento a sus enfermedades crónicas. Un programa similar se inició en Extremadura.

Son personas especialmente vulnerables que a menudo viven en entornos poco seguros, que han derivado en la ruptura de relaciones de confianza en la vecindad. Las personas con las que la ONG ha trabajado afrontan barreras difíciles de superar a su edad, porque viven en pisos sin ascensor, con baños no adaptados, con zonas comunes deterioradas, que afectan de forma más intensa cuando existen situaciones de discapacidad física o de dependencia.

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